Uno de los peores errores que he cometido en mi vida es decirle a mi pequeño que moriría algún día. Tonto de mi, trataba de explicarle a mi pequeño el ciclo de la vida: todo aquello que vive, muere, incluso los padres.
Fué un mal ejemplo. Mi pequeño en aquel entonces tenía 4 años. Se lanzaba a mis brazos y lloraba mientras me decía «¿verdad que no te vas a morir Papito?¿verdad que no?». Sin comprender aún mi gran error le decía: «pequeñito, todas las personas mueren algún día, es algo natural».
Mi pequeño lloraba y sus pequeños bracitos apretaban mi cuerpo.
Jamás me he arrepentido tanto de mis palabras.
Durante muchos días mi pequeño anduvo cabizbajo, a veces en el auto lloraba sin motivo alguno. Al preguntarle que le pasaba, me contestaba que me iba a morir. Detenía el auto y lo abrazaba. Trataba de consolarlo con toda mi alma, le repetía una y otra vez que no era cierto, que lo que había dicho no era cierto, que nunca moriría, que estaría ahí para siempre, que lo cuidaría y lo llenaría de abrazos.
Fueron muchos días de sufrimiento que poco a poco fueron quedando atrás.
Todavía cargo ese sentimiento de culpa. Han pasado tantos años que he olvidado el mundo mágico de los niños. Ese mundo donde no hay temores y todo se arregla con una sonrisa.
Yo me he atrevido a destruirlo.
Perdóname pequeñito, por que te he mentido. Los papás no mueren. Mientras eres pequeño estarán ahí, siempre a tu lado, listos para levantarte en cualquier caída. Jugaras y reirás con ellos. A la hora de dormir cuidaran tu sueño y podrás dormir en sus brazos. Poco a poco iras creciendo, tu serás mas alto, yo tendré más canas y cada vez nos veremos menos. Partirás algún día no sé a donde y construirás tu vida, y aún a lo lejos seguire contigo, en cada risa, en cada paso. Cuando camines por una senda solitaria bajo el bosque o lances una piedra al agua, sabrás que estaré ahí. Te casarás y formarás una familia, llegará el día que tengas un hijo con quien podrás jugar y cargar en brazos. “¿Cuándo morirán los padres?” te preguntaras entonces y solo en aquel momento sabras la respuesta: nunca pequeñito, nunca.